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Foto del escritorLaura Castellanos

La frustración como herramienta de crecimiento

La frustración es una emoción natural en el ser humano. Cuando no podemos conseguir nuestros objetivos o nuestros proyectos no salen según lo previsto, podemos sentirnos frustrados. Esta emoción, que analizamos y tratamos en terapia, aparece en los primeros años de nuestra vida. Cuando somos niños, aún no tenemos herramientas para dirigir o controlar nuestra frustración y ello se traduce en episodios muy explosivos, llantos, gritos, etc… con el objetivo de conseguir lo que deseamos en ese momento. Debemos enfrentar la frustración en la infancia, para ir adquiriendo el conocimiento que nos permita tolerar esos episodios.

La psicóloga María Jesús Álava dice: “La frustración nos hace más humanos y más inteligentes”. Como tal, esta emoción, nos ayuda a conocernos y a valorar nuestros límites. A través de la aceptación, somos capaces de ver con cariño y respeto lo que somos, valorar mejor y con más realismo las tareas o retos que nos hemos propuesto y consecuentemente encontrar las mejores soluciones a nuestras limitaciones.

Cuando nuestras expectativas son muy altas o nuestro nivel de exigencia es muy elevado, aparecen con más frecuencia episodios de frustración que derivan en estados de estrés y ansiedad. Por un lado, no poder alcanzar esos objetivos tan elevados nos produce una sensación de estancamiento y, por otro, la frustración generada nos lleva a infravalorar nuestro trabajo, afectando gravemente nuestro autoestima. Conocernos y aceptarnos como somos es esencial para marcarnos ritmos y metas saludables en nuestra vida.

La inteligencia emocional no es sinónimo de conocimiento, sino más bien es la habilidad que tenemos cada uno de nosotros para vivir a través de la auto compasión , el autoconocimiento y el amor propio.

Uno de los fenómenos que nos ha acompañados estos últimos meses de cuarentena es la digitalización de nuestras relaciones sociales y laborales. A pesar de que el teletrabajo ha sido una alternativa para mantener en funcionamiento distintos sectores económicos, y gracias a esta metodología muchas personas no han perdido sus puestos de trabajo, es verdad que en muchas ocasiones se están detectando casos de mucho estrés en los trabajadores, producido por una excesiva auto exigencia que trasciende los horarios y espacios laborales. En estos casos, tener claro nuestras limitaciones, asumirnos dentro de una situación atípica y no exigirnos los mismos o, incluso mejores resultados de los habituales es fundamental para mantener cierto equilibrio y tranquilidad. Es importante saber que nuestro espacio ha cambiado, nos hemos adaptado a trabajar desde el salón de nuestras casas o incluso desde nuestras cocinas, que el apoyo entre colegas ya no es el mismo y que, en general, nuestros niveles de concentración se están viendo lógicamente afectados.

Las sensaciones de frustración en estos casos pueden ser muy elevadas y una buena gestión de esta emoción pasa por considerar muy seriamente las variables que se se han visto modificadas radicalmente en nuestro entorno. Esto nos ayuda a tener un visión más objetiva de nosotros y adaptarnos de forma más saludable a las circunstancias.

También es importante recordar que la mayoría de los adolescentes construyen sus relaciones sociales a través de medios digitales, sobretodo a través de redes sociales. El psicólogo Mark Masip dice: “la diferencia entre lo que eres y lo que vendes en las redes sociales se llama frustración”. Por un lado, alcanzar las expectativas de belleza, éxito y liderazgo que presentamos como parte de nuestra identidad en redes sociales, al no corresponderse con la realidad, produce unos niveles muy altos de estrés y frustración. Por otro lado, la propia incapacidad de relacionarnos personalmente y expresar nuestras emociones en el mundo real, aumenta la sensación de soledad y aislamiento, concluyendo en episodios cada vez más frecuentes de ansiedad.

El mundo cambia constante y como seres humanos nos adaptamos a las nuevas circunstancias; sin embargo, ser conscientes de lo que somos, de quiénes somos, nos va a permitir encontrar soluciones viables y sanas. En terapia damos especial importancia a la autocompasión y a la benevolencia con uno mismo. El autoconocimiento, consideramos que es la herramienta más efectiva para asumir nuevos retos en nuestra vida. Parte del proceso es asumir nuestras propias limitaciones y entender que parte del problema puede estar en la relación que tenemos con nosotros mismos. La aceptación es ser capaz de vivir intensamente y plenamente lo que nos toca vivir.


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